- Personajes
Máximo. Es un loro viejo, huraño, socarrón, desenfadado y burlón. Es una mascota hogareña sin más aspiraciones que que la comodidad de ver desfilar los días.
Gorki. Es un pequeño hámster gordinflón, ansioso, torpe e idealista. Tiene el sueño de ser libre.
Moni. Es una pequeña niña dueña de Gorki. Es animosa y de voz chillante.
Mamá de Moni. Es dueña de Máximo.
- Escenarios
Sala del departamento: una pequeña sala poco amueblada.
Baño: genérico con azulejos.
Jaula de Gorki: vidrio con barrote de metal arriba.
- Argumento
[Amanecía una mañana de domingo. Colgado de los barrotes de su jaula, Gorki admira el paisaje citadino, cuando de pronto sus pequeños brazos cedieron y azotó sobre el suelo de su jaula.]
Máximo: ¡Zoquete! No sé qué tanto miras por la ventana.
Gorki: La libertad, Máximo, la libertad que allá afuera aguarda para mí.
Máximo se carcajea socarronamente del pequeño hámster.
Gorki:¡Ya verás, pronto seré libre!
Máximo: Sí, claro, pequeño idiota- balbucea el cotorro sarcásticamente.
Gorki:¡Es en serio!
Máximo: Sí, tan en serio como la vez que intentaste roer los barrotes para escapar.
Gorki:¡Quién iba a decir que el hierro es más duro que mis poderosos incisivos!
Máximo: O la vez que alzaste la tapa de tu jaula y quedaste atorado.
Gorki: Rayos, eso sí fue doloroso.
Máximo: Tanto más estúpido. – remató Máximo escupiendo una semilla sobre el roedor.
Gorki:¡Calla!- se levantó Gorki insuflado por un ánimo de victoria.– Hoy conseguiré la libertad, la libertad por la que tantos han luchado y dado la vida. Este día quedará marcado en la historia, en mi historia, cuando menos, como el comienzo de una nueva era, ya no habrá para mí más ruedas, ni bebederos, ni nada de esta insoportable comodidad del encierro.
Tras una tremenda risotada, Máximo agregó– ¿Qué tienes planeado ahora, pequeño alcornoque?
Gorki: Algo muy sencillo, Máximo- dijo el hámster mientras se tocaba el pecho y caía de espaldas sobre la viruta de su jaula. – Adiós.- Alcanzó a decir en último susurro.
Extrañado, el loro alargó el cuello para mirar más de cerca la escena. Sí, Gorki yacía ahí haciéndose el muerto.- Pobre imbécil, ¿ahora juegas al tlacuache?
Así pasaron largos minutos, hasta que Moni despertó y se acercó a la jaulita de Gorki, como hacía todas las mañanas para ponerle más alimento.
Al ver a su mascota muerta, gritó– ¡Mamá, el hámster se murió!
Abrió la jaulilla, tomo al animalito por una de sus patitas traseras y lo observó detenidamente.
Su madre, entre sueños, y con una resaca insoportable, respondió.- Tíralo por el escusado antes de que empiece a apestar.
La niña lo olfateó, ciertamente apestaba. Se dirigió de inmediato al baño y justo cuando iba a soltarlo en el retrete, el loro fingiendo la voz de su madre exclamó – ¡Échalo a la basura, no vaya a ser que tape la cañería!
La niña giro rápidamente, pisó el pedal del bote, y arrojó al roedor dentro de él.
Gorki: ¿Dices que el martes tiran la basura?- Preguntaba el hámster desde el interior del bote, mientras lamía algunas envolturas de dulces.
Máximo: Sí, así sucede todos los martes por la mañana.- le contestó el cotorro que está postrado sobre la tapa del bote.
Gorki: ¿Y a donde dices que me llevarán?
Máximo: Al basurero.
Gorki: ¡Oh, sí!
Maximo
Moni
Gorki
Mamá
